Edificios, comercios, hoteles… No hay una estructura en Acapulco que no sintiera la fuerza del huracán Otis. Las cifras oficiales hablan de que alrededor de 50 personas perdieron la vida. León Krauze llegó a Acapulco al día siguiente del pasó del huracán; esta es la crónica de cómo se vivió la tragedia y de cómo la comunidad logró unirse para salir adelante.
Edificios, comercios, hoteles… No hay una estructura en Acapulco que no sintiera la fuerza del huracán Otis.
Los vientos de 190 millas devastaron la ciudad costera del estado mexicano de Guerrero: hubo deslaves, inundaciones, colapso de vías de comunicación y corte de servicios.
Las cifras oficiales hablan de que alrededor de cincuenta personas perdieron la vida y otras cincuenta están desaparecidas.
León Krauze llegó a Acapulco, al día siguiente de que Otis lo sacudiera.
En la zona hotelera la respuesta de las autoridades fue relativamente rápida, pero la anarquía y el miedo reinaban en el centro de la ciudad, mientras que el Acapulco rural quedó hundido en fango y desesperanza.
Esta es la crónica de cómo se vivió la tragedia, la pérdida y también de cómo la comunidad logró unirse para salir adelante.